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Anja Lundir - La niña y el bosque. (Contenido Sensible)

 

 

Tenía la mirada fija, había perseguido por horas a ese venado, el animal era lo suficientemente grande para llenar las almenas por un mes, o una semana, si el refugio tuviera visitas inesperadas. Le había seguido el rastro tranquila esperando que se detuviera, finalmente lo hizo, se detuvo a beber agua en un pequeño arroyito que brotaba desde las piedras, cerro un ojo, tenso firmemente la cuerda del arco, lo observo por un último instante, y aflojo con suavidad los dedos que la tensaban. La flecha salió disparada y en una fracción de segundo, impacto en el costado del animal, unos centímetros bajo la pata izquierda, se desplomo al instante. Anja se acercó ya sin preocuparse por el ruido, vio al animal en el piso que le devolvió la mirada por un segundo, y soltó su ultimo aire. Se agacho y retiro con cuidado la flecha, la lavo con un poco de agua del mismo arroyo donde el animal hace instantes bebía, y la volvió a meter en su carcaje. Saco de su cintura un cuchillo, se veía gastado y viejo, aunque el filo era bastante bueno. Mientras comenzó a faenar al ciervo casi de manera metódica, su mente no pudo evitar volar hacia el pasado.

En su recuerdo se veía muy pequeña, veía como el que era su abuelo, la tomaba de su cama y se la llevaba, aprovechando que su madre dormía. No entendía mucho en ese momento, no tendría más de 3 o 4 años, no se daba cuenta que el viejo, para evitar la repulsión, la había vendido, bueno, regalado como esclava a un barco que iba camino a Dhu Nun, barco en el que vivió por meses hasta que atraco, ahí fue vendida por unas monedas a un acaudalado dhuino, que prometió usarla para las tareas de doncella. No fue tan así, con tan poca edad debía limpiar los establos de camellos y caballos, establo en el que también dormía, comía y bueno, vivía. Los otros esclavos no le dirigían la palabra, ninguno era mestizo como ella, solo había una vieja, que le sonreía un poco con lastima , era la encargada de alimentar a los esclavos y mozos de los establos. Por unos cuantos años, las cosas siguieron igual, con la diferencia que cuanto más crecía, más tareas realizaba. La única persona con la que hablaba era la vieja, esta le contaba que había lugares donde los mestizos como ella, no eran esclavos, Vivian libres y hasta eran respetados. Bien al norte decía. No podía entender muy bien el concepto de libertad, solo lo que la vieja le iba explicando.

Anja tenía ya 11 años, más de la mitad de su vida había sido una más en la arena, no conocía más que los trabajos pesados que le daban día a día. Dicen que los mestizos crecen de manera más rápida que los humanos, y para ser mestiza, bueno, no era tan desagradable como otros de su raza, esa noche, el encargado del establo se dio cuenta de ello, quizá las dos jarras de vino que acababa de beber, y la ausencia de los guardias en la cercanía, lo motivo a saciar sus necesidades con la niña que descansaba en un catre de paja, se acercó tambaleándose, se agacho como pudo, la observo por un instante y se le tiro encima, le tapó la boca y comenzó a manosearla. La niña no sabía cómo zafarse, era más grande, aunque no tanto más fuerte, aun así, la tenía bien agarrada, lo único que se le ocurrió fue morderle la mano, el encargado la retiro y soltó un grito de dolor, la niña tomo aire y grito con todas sus fuerzas, nadie acudió, el borracho encargado volvió a la faena, la niña lloraba de rabia, hasta que las lágrimas se mezclaron con sangre, el encargado se desplomo a un lado mientras se agarraba el cuello inútilmente, se quitó el cuchillo que tenía ensartado hasta el mango en el costado, el chorro de sangre fue explosivo, con su último aliento pudo ver a la vieja que lo observaba de pie.
Alertados por todo el ruido, los guardias se acercaron, al ver la situación, hicieron sonar una campana, y a los pocos instantes, el dueño, se acercó con la mitad del cuerpo desnudo, miro la dantesca escena, dirigió la mirada a los guardias y pregunto una sola vez que paso. Los guardias se miraron temerosos, como no obtenía respuestas, el dueño le pregunto a la vieja y la niña. La vieja, con la voz pausada, le relato todo lo que había pasado. El dueño escucho, se tomó la barbilla unos minutos, y repuso.
- Esta bien, nadie toca mis cosas, fue justo. Pero como nadie toca mis cosas, y el encargado también era mío, lo justo es justo, pagaras con sangre.
Tomo la espada del guardia a su lado, y le corto la cabeza a la vieja de un solo golpe.
-Y tú, todo esto se generó por ti, he perdido dos esclavos en un instante, no perderé un tercero, pero tampoco quiero tenerte cerca, mañana te venderé al mercader, sé que tiene que enviar un cargamento de esclavos a Gadelica, las mujeres irán a varios prostíbulos, y sé que entre esos remilgados hay varios que gustan probar cosas raras como tú.
La niña lloraba, por angustia, por bronca, por miedo, ya cuando la fueron a buscar algunas horas después para llevarla al puerto, no lloraba, tenía la mirada triste, resignada, gran parte del viaje fue así.

Anja dormía acurrucada en un rincón, habían pasado ya unas cuantas semanas, cuando la despertaron los gritos, el olor a quemado, las maderas crujiendo. No entendía nada de lo que pasaba, de repente la puerta se abrió, uno de los marinos buscaba entrar cuando una espada lo atravesó por la espalda, la puerta quedo abierta, los otros esclavos comenzaron a salir como una estampida por la pequeña puerta, Anja los veía, pensó que lo mejor era esperar, de otra manera podrían aplastarla, pero el calor del fuego sobre cubierta ya estaba llegando, afortunadamente, ya habían pasado casi todos, o al menos los que no habían muerto. Al subir a cubierta, la escena era terrible, todos se estaban matando entre sí, el barco casi cubierto por fuego. No sabía para donde correr, uno de los hombres la vio, se le acerco espada en mano y la tomo de la camisa.

- Tu vendrás con nosotros. le dijo. Anja recordó lo que había pasado recientemente, la ira se apodero de ella, lo empujo con fuerza, el hombre trastabillo y se golpeó la cabeza con el mástil, la niña corrió y le asesto un puntazo en el medio de la panza, y subió el cuchillo hacia arriba, ni siquiera sabe de dónde lo saco o cómo fue que lo hizo, el hombre vomito sangre y cayó muerto. Otros dos marinos que estaban cerca vieron la situación, cuando comenzaban a ir por ella, el barco cedió y se volteó de costado, todos perdieron el equilibrio, Anja no solo perdió el equilibrio, si no que se fue por la barandilla y cayó al mar. Después de eso los recuerdos son borroso, recuerda que apareció flotando sobre un pedazo de madera, luego que encontró un barril, con algo bebible, era fuerte. Y después, no sabe cuántos días habrán pasado,  despertó en una costa algo nevada.

El frio empezaba a calarle, sin saber a dónde ir, se adentró en los bosques, nunca había visto tantos arboles juntos, deambulo por un rato, tenía hambre, se estaba congelando, no tenía ni que beber, cansada, se apoyó contra un árbol y se dejó caer. Escucho aullidos, unos que nunca había escuchado, sabía que eran animales, y que probablemente era su fin. No le pareció tan mala la idea, de lo único que se lamentaba, era de que no había tenido nunca un instante de libertad, y ahora que por fin era libre, se iba a terminar. Sonrió , vio acercarse a los lobos con las fauces abiertas, era su hora, el primer lobo salto hacia ella, y cayo a su costado, escucho silbar el viento y los otros animales también cayeron, 3 personas encapuchadas se acercaron, recogieron sus flechas y la vieron con curiosidad. Eran dos mujeres y un hombre, Una de ellas se agacho, y le dio un poco de agua.

- Que hace una niña pequeña en el medio del bosque? Anja intentaba responder, pero una vez más, perdía el conocimiento.

Se despertó, el lugar era madera por todos lados, había un altar, mujeres y hombres iban de aquí para allá, la mujer de antes se acercó y le dijo:

- Tranquila niña, estas en el refugio de Uller, y te quedaras hasta que te recuperes, ya hablaremos luego de lo que ha pasado.

Y ese tiempo aun continua, han pasado 10 años de ello, soy una cazadora, y como vivo gracias a Uller, también le sirvo. Termino de faenar el ciervo, lo subió a un trineo, puso las pieles por encima, y comenzó el camino de regreso al refugio.-

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