Escritos de Hans
Cita de Rugnus en 01/03/2023, 6:47 pm
“Para mi ella fue esos últimos pasos,
Ese último doblez en las sábanas de la cama,
Esa última chispa de los leños en invierno,
Esa última brisa cálida que daba lugar al otoño.
Mi hogar, perdido... mi alma, vagando.”El mago de aspecto quizás algo avejentado por el estrés y durezas físicas que había atravesado hasta el momento se sentó en el puerto mientras retiraba con algo de aspereza su diario, comenzando a tomar algunas notas. Cada tanto las pausas lo hacían mirar hacia el mar y sopesar el futuro, pensando en los posibles problemas que la ciudad le podría traer.
Tomó la pluma y tras mojarla con suavidad en el tintero, se dedicó a dibujar con su caligrafía, en nethrino, las letras que formarían la nueva entrada de su diario.
¿Cuándo había sido la última vez que había tomado un momento para respirar, en cambio de ocuparlos todos para cortar con su propio pensamiento? ¿Cuánto había pasado desde la última vez que le había dejado de pesar su espalda y sentir como si tuviera un puñal amenazándolo en la espalda?“Acabo de llegar a Gadélica después de pasar una temporada en Mraganur... Gracias a Njal me he sentido relativamente cómodo en el norte. Trabajar como escriba en la pequeña ciudad portuaria no ha hecho más que abrirme las puertas a interactuar con otras personas; algo que pensé nunca volvería a encontrar agradable.
Aquí, sé que me cazarán... pero quizás pueda abrir la mente a nuevas costumbres, nuevos conocimientos, y ... por encima de todo; la posibilidad de continuar mi búsqueda. Poder dar con lo que necesito para volver a verla.”Tras aquella breve escritura se levantó para continuar el camino, no había pasado mucho desde que llegó y con lo que había traído de Mraganur en cobre sabía perfectamente qué era lo que debía hacer. Lo reinvirtió con intención de sacar más, y tras unos días, se pudo hacer con lo que más anhelaba de aquél lugar en primera instancia; la licencia mágica que le permitiría al menos continuar hacia su meta.
No demoraron los días en hacer aparecer otra entrada en su diario.“La gente parece dudar cuando le digo que soy un escriba, seguramente sospechen demasiado... Pese a que está en contra de mi voluntad, parece que afiliarse al gremio de aventureros puede llegar a estar alineado con lo que busco para con el Consejo.”
Aún buscaba un trabajo como escriba, no sería falso decir que quizás algo menos motivado al ver la dificultad que encontraba en poder acceder a un trabajo que tanto disfrutaba, y más aún mientras ofrecía su servicio ocasionalmente a la biblioteca cuando tenía la oportunidad. No distando de lo que ya había hecho en más de una oportunidad.
Después de todo, el bibliotecario ya le había invitado a que trajese un recopilatorio de la investigación que llevaba a cabo con Elae respecto a la maldición de sangre... un tema tan ajeno a él, pero a la vez, que sentía de alguna forma tan cercano.“Nunca esperé que aquella investigación me llevase a tener una cita con el Consejo Arcano, pero tampoco imaginé nunca que la situación con Nethras amerite un puñal entre los labios de una organización así... quizás esté mal pensando en ello, pero no abandonaré la idea de seguir allí.”
“Para mi ella fue esos últimos pasos,
Ese último doblez en las sábanas de la cama,
Esa última chispa de los leños en invierno,
Esa última brisa cálida que daba lugar al otoño.
Mi hogar, perdido... mi alma, vagando.”
El mago de aspecto quizás algo avejentado por el estrés y durezas físicas que había atravesado hasta el momento se sentó en el puerto mientras retiraba con algo de aspereza su diario, comenzando a tomar algunas notas. Cada tanto las pausas lo hacían mirar hacia el mar y sopesar el futuro, pensando en los posibles problemas que la ciudad le podría traer.
Tomó la pluma y tras mojarla con suavidad en el tintero, se dedicó a dibujar con su caligrafía, en nethrino, las letras que formarían la nueva entrada de su diario.
¿Cuándo había sido la última vez que había tomado un momento para respirar, en cambio de ocuparlos todos para cortar con su propio pensamiento? ¿Cuánto había pasado desde la última vez que le había dejado de pesar su espalda y sentir como si tuviera un puñal amenazándolo en la espalda?
“Acabo de llegar a Gadélica después de pasar una temporada en Mraganur... Gracias a Njal me he sentido relativamente cómodo en el norte. Trabajar como escriba en la pequeña ciudad portuaria no ha hecho más que abrirme las puertas a interactuar con otras personas; algo que pensé nunca volvería a encontrar agradable.
Aquí, sé que me cazarán... pero quizás pueda abrir la mente a nuevas costumbres, nuevos conocimientos, y ... por encima de todo; la posibilidad de continuar mi búsqueda. Poder dar con lo que necesito para volver a verla.”
Tras aquella breve escritura se levantó para continuar el camino, no había pasado mucho desde que llegó y con lo que había traído de Mraganur en cobre sabía perfectamente qué era lo que debía hacer. Lo reinvirtió con intención de sacar más, y tras unos días, se pudo hacer con lo que más anhelaba de aquél lugar en primera instancia; la licencia mágica que le permitiría al menos continuar hacia su meta.
No demoraron los días en hacer aparecer otra entrada en su diario.
“La gente parece dudar cuando le digo que soy un escriba, seguramente sospechen demasiado... Pese a que está en contra de mi voluntad, parece que afiliarse al gremio de aventureros puede llegar a estar alineado con lo que busco para con el Consejo.”
Aún buscaba un trabajo como escriba, no sería falso decir que quizás algo menos motivado al ver la dificultad que encontraba en poder acceder a un trabajo que tanto disfrutaba, y más aún mientras ofrecía su servicio ocasionalmente a la biblioteca cuando tenía la oportunidad. No distando de lo que ya había hecho en más de una oportunidad.
Después de todo, el bibliotecario ya le había invitado a que trajese un recopilatorio de la investigación que llevaba a cabo con Elae respecto a la maldición de sangre... un tema tan ajeno a él, pero a la vez, que sentía de alguna forma tan cercano.
“Nunca esperé que aquella investigación me llevase a tener una cita con el Consejo Arcano, pero tampoco imaginé nunca que la situación con Nethras amerite un puñal entre los labios de una organización así... quizás esté mal pensando en ello, pero no abandonaré la idea de seguir allí.”
Cita de Rugnus en 05/03/2023, 12:31 pm
“Escucho la arena caer por el reloj
Mientras me balanceo en la utilidad del dolor
Una misión sin frutos, una rima sin tapujos,
Un desperdicio de vida, la oscuridad florecida”El mago otra vez se sentó con su diario en mano, aunque esta vez el ambiente era algo diferente. Húmedo, silencioso, y sucio. En su otra vida jamás se habría imaginado acabar en una situación así... jamás se habría imaginado que un escriba o un mago acabaría en medio de una cueva, con cadáveres alrededor de él, y sopesando qué es lo que haría en las próximas horas. Inhaló profundamente, mientras observó los kobolds que habían muerto en el proceso de buscar al chico que les habían pedido encontrar, Adalo “El Rulos”; un mercader algo tonto que casi resultó muerto de no ser por la intervención del mediano Droppi y Hans. Pero, ¿qué suerte le había traído eso al último?
Extendió una mano y comenzó, con suavidad, a abrir uno de los cadáveres de los kobolds, estudiando el cuerpo del mismo, repasando los interiores y la anatomía de este. Miraba a su alrededor, cada tanto, con temor y nerviosismo. ¿Cómo podría excusarse de aquello que estaba haciendo si alguien le veía, si alguien le encontraba? No, sabía que era imposible. Nadie se metería a aquellas cuevas... no esa noche.Continuó con su investigación, y deseó por unos momentos haber dedicado tiempo de su vida a estudios sobre medicina, pero descartó la idea con rapidez cuando recordó que los médicos habían fallado en traer de vuelta a su esposa... se aferró por unos momentos a su propia túnica, conteniendo el vómito que casi salía de él mientras hurgaba el cadáver buscando algo.
¿Quizás debió jurar lealtad, sumisión y sometimiento a los dioses, pidiendo por la seguridad de su amada? Tampoco parecía haber sido la respuesta en el pasado, y no veía cómo un camino diferente lo hubiese hecho acabar en una situación diferente... finalmente, dejó ir su cuerpo y vomitó a un lado. Al menos nadie le vería siendo tan... ridículo y blando.Tras varios y largos minutos, retiró el corazón del kobold. Ya habiendo logrado tener uno, obtener un par más de los otros cadáveres no sería un esfuerzo tan grande... para lo que quería intentar.
Tomando el órgano en sus manos e intentando con un conjuro insuflar en el mismo algo de vida, intentando darle ese semblante de aún funcionar como el cuerpo lo hubiera hecho normalmente mientras él se planteaba la posibilidad de reflejar esto en una criatura construída a raíz de varias diferentes para poder tomar de vuelta aquello que se le había quitado. Ciertamente, no era lo que deseaba... pero una posibilidad emergía a la par que veía el corazón palpitar con aquella semejanza de realidad, con esa quimera de vida.
¿Qué era, sino un engaño?Se limpió las manos, para después hacer una anotación en su diario. Más concisa y breve de lo que otras serían.
“Hoy ha sido un día interesante. Un trabajo para el gremio que no estaba previsto me fue ofrecido junto al mediano Droppi, quien demostró ser más capaz de lo que sospechaba. Pude realizar uno de los experimentos que tenía en mente desde hace tiempo con los kobolds; pero no han sido tan satisfactorios como esperaba originalmente... quizás carezca de la habilidad aún para cumplir mi objetivo, pero eso sólo me motiva a continuar.”
Retiró la mano del libro en aquél momento, se quedó entre los cadáveres mientras el cansancio, las ansias, y los nervios lo vencían. Se dejó ir, entregándose a los brazos de la soledad por unos momentos. Cerró los ojos y los volvió a abrir con rapidez, sintió el contacto de algo contra su mano pero no podía ver nada; lo habría jurado mil y una vez, que lo que había sentido era de nuevo aquél fino y aterciopelado tacto, la piel de su mujer.
¿Sería que otra vez, sólo le faltaba sueño? Se apresuró a regresar a la ciudad, necesitaba una cama.
“Escucho la arena caer por el reloj
Mientras me balanceo en la utilidad del dolor
Una misión sin frutos, una rima sin tapujos,
Un desperdicio de vida, la oscuridad florecida”
El mago otra vez se sentó con su diario en mano, aunque esta vez el ambiente era algo diferente. Húmedo, silencioso, y sucio. En su otra vida jamás se habría imaginado acabar en una situación así... jamás se habría imaginado que un escriba o un mago acabaría en medio de una cueva, con cadáveres alrededor de él, y sopesando qué es lo que haría en las próximas horas. Inhaló profundamente, mientras observó los kobolds que habían muerto en el proceso de buscar al chico que les habían pedido encontrar, Adalo “El Rulos”; un mercader algo tonto que casi resultó muerto de no ser por la intervención del mediano Droppi y Hans. Pero, ¿qué suerte le había traído eso al último?
Extendió una mano y comenzó, con suavidad, a abrir uno de los cadáveres de los kobolds, estudiando el cuerpo del mismo, repasando los interiores y la anatomía de este. Miraba a su alrededor, cada tanto, con temor y nerviosismo. ¿Cómo podría excusarse de aquello que estaba haciendo si alguien le veía, si alguien le encontraba? No, sabía que era imposible. Nadie se metería a aquellas cuevas... no esa noche.
Continuó con su investigación, y deseó por unos momentos haber dedicado tiempo de su vida a estudios sobre medicina, pero descartó la idea con rapidez cuando recordó que los médicos habían fallado en traer de vuelta a su esposa... se aferró por unos momentos a su propia túnica, conteniendo el vómito que casi salía de él mientras hurgaba el cadáver buscando algo.
¿Quizás debió jurar lealtad, sumisión y sometimiento a los dioses, pidiendo por la seguridad de su amada? Tampoco parecía haber sido la respuesta en el pasado, y no veía cómo un camino diferente lo hubiese hecho acabar en una situación diferente... finalmente, dejó ir su cuerpo y vomitó a un lado. Al menos nadie le vería siendo tan... ridículo y blando.
Tras varios y largos minutos, retiró el corazón del kobold. Ya habiendo logrado tener uno, obtener un par más de los otros cadáveres no sería un esfuerzo tan grande... para lo que quería intentar.
Tomando el órgano en sus manos e intentando con un conjuro insuflar en el mismo algo de vida, intentando darle ese semblante de aún funcionar como el cuerpo lo hubiera hecho normalmente mientras él se planteaba la posibilidad de reflejar esto en una criatura construída a raíz de varias diferentes para poder tomar de vuelta aquello que se le había quitado. Ciertamente, no era lo que deseaba... pero una posibilidad emergía a la par que veía el corazón palpitar con aquella semejanza de realidad, con esa quimera de vida.
¿Qué era, sino un engaño?
Se limpió las manos, para después hacer una anotación en su diario. Más concisa y breve de lo que otras serían.
“Hoy ha sido un día interesante. Un trabajo para el gremio que no estaba previsto me fue ofrecido junto al mediano Droppi, quien demostró ser más capaz de lo que sospechaba. Pude realizar uno de los experimentos que tenía en mente desde hace tiempo con los kobolds; pero no han sido tan satisfactorios como esperaba originalmente... quizás carezca de la habilidad aún para cumplir mi objetivo, pero eso sólo me motiva a continuar.”
Retiró la mano del libro en aquél momento, se quedó entre los cadáveres mientras el cansancio, las ansias, y los nervios lo vencían. Se dejó ir, entregándose a los brazos de la soledad por unos momentos. Cerró los ojos y los volvió a abrir con rapidez, sintió el contacto de algo contra su mano pero no podía ver nada; lo habría jurado mil y una vez, que lo que había sentido era de nuevo aquél fino y aterciopelado tacto, la piel de su mujer.
¿Sería que otra vez, sólo le faltaba sueño? Se apresuró a regresar a la ciudad, necesitaba una cama.
Cita de Rugnus en 11/03/2023, 5:42 pm
“No llores por el amor imperecedero,
Pocas veces palpita verdadero,
Muere en la boca del amante temprano,
Y se desvanece demostrando que fue en vano. ”El mago se sentó a respirar, por primera vez para hablar sobre el tema que ciertamente no le terminaba de convencer; ¿qué tan mal o qué tan bien podría llegar a estar actuar en pos de que un alma se recuperara y fuera enviada a su siguiente vida? Seguramente, incluso, esta misma se había visto maldita por algo que podría haber estado influenciado por la bendición de la propia Disimuladora. ¿Era correcto meter la mano a un tema tan peliagudo, llevándose posiblemente el enojo de alguien más en medio?
No tuvo tiempo a pensarlo o decidir demasiado, siendo empujado a la acción por la elfa que lo acompañaba, una insensata y que carecía completamente de sentido común. ¿Sería quizás ella la primera persona a la que sintiera que no podía ni encontrarle un rasgo redimible? No. Ciertamente. Era buena curandera y eso no podía quitárselo... alguien útil para los vivos; más de lo que él podría llegar a serlo nunca.Elevó una mano, parcamente acariciando su barba mientras estaba terminando de decidir qué era lo que debían de hacer, y qué era lo que debía anotar en su diario.
“Estaba intentando ayudar a la clériga de Freya, Elae, a realizar una limpieza para proteger el cementerio... estoy seguro que no llega a comprender todavía la propia futilidad en repetir lo mismo una y otra vez sin que nada suceda. Pero una vez allí, se nos apareció un espectro de sombras... Tras mucho investigar, dimos con que su nombre era Eddard, y nos pidió que encontrásemos a su mujer, una tal Eliana, para que le diésemos un amuleto que él usaba para recordarla.
La investigación para dar con ella fue de lo menos gratificante que he hecho en mi vida, no porque haya sido rara o poco fructífera, sino porque la mujer se volvió a casar con otro hombre. Tan poco le importó su relación que decidió quemarla en la pasión de otra.”El trazo era más marcado en las últimas letras, y él lo notó, terminando por dejar ahí la entrada mientras dejaba escapar un suspiro pesado que demostraba completamente su molestia, no había sido un comienzo malo en algo que a él le hubiese gustado ayudar, pero la constante queja y empuje de las circunstancias lo habían estado llevando a un desenlace que definitivamente lo molestaba. Que estaba generando ese sentimiento de que motivaba a tomar represalias contra ella casi como si fuera una venganza personal... ¿Pero lo era, realmente? Alejó aquellos sentimientos y se frotó los ojos, retirándose a beber por primera vez en mucho tiempo algo de alcohol, deseando que esto le aclarara los pensamientos antes de que se realizara el viaje a Draug.
El viaje fue un suceso curioso, sin inconvenientes mayores, sólo el hecho de que Elae e Imraan en su incapacidad de mantenerse quietos terminaron atrayendo un zombie a las cercanías de donde se encontraba él, sin embargo lo que realmente causó un impacto en la opinión del arcano fueron las palabras posteriores cuando encontraron a Eliana... no sólo se protegió a la mujer que, claramente, las palabras de Elae lo habían puesto en peligro al presentarles como que habían hecho un trato con una criatura que, para sorpresa de probablemente nadie, pertenecía a la no-vida.
La promesa de que alguien podría haberlos llevado a la hoguera se cernía sobre la cabeza de Hans y con el ceño fruncido negó aún pensándolo horas más tarde... no había una sola oportunidad donde dejaría que cayera sobre alguien con el cerebro lavado por la inquisición se hiciera cargo de su vida; y aquello había sido traición para él.Se la cobraría. Más adelante, algún día.
Se ofreció a entregar el cadáver al templo de Tyr con Elae, realmente le servía tener más contactos que pudiesen dar fe de sus buenas acciones... y siempre estaría agradecido por ellos.
“No llores por el amor imperecedero,
Pocas veces palpita verdadero,
Muere en la boca del amante temprano,
Y se desvanece demostrando que fue en vano. ”
El mago se sentó a respirar, por primera vez para hablar sobre el tema que ciertamente no le terminaba de convencer; ¿qué tan mal o qué tan bien podría llegar a estar actuar en pos de que un alma se recuperara y fuera enviada a su siguiente vida? Seguramente, incluso, esta misma se había visto maldita por algo que podría haber estado influenciado por la bendición de la propia Disimuladora. ¿Era correcto meter la mano a un tema tan peliagudo, llevándose posiblemente el enojo de alguien más en medio?
No tuvo tiempo a pensarlo o decidir demasiado, siendo empujado a la acción por la elfa que lo acompañaba, una insensata y que carecía completamente de sentido común. ¿Sería quizás ella la primera persona a la que sintiera que no podía ni encontrarle un rasgo redimible? No. Ciertamente. Era buena curandera y eso no podía quitárselo... alguien útil para los vivos; más de lo que él podría llegar a serlo nunca.
Elevó una mano, parcamente acariciando su barba mientras estaba terminando de decidir qué era lo que debían de hacer, y qué era lo que debía anotar en su diario.
“Estaba intentando ayudar a la clériga de Freya, Elae, a realizar una limpieza para proteger el cementerio... estoy seguro que no llega a comprender todavía la propia futilidad en repetir lo mismo una y otra vez sin que nada suceda. Pero una vez allí, se nos apareció un espectro de sombras... Tras mucho investigar, dimos con que su nombre era Eddard, y nos pidió que encontrásemos a su mujer, una tal Eliana, para que le diésemos un amuleto que él usaba para recordarla.
La investigación para dar con ella fue de lo menos gratificante que he hecho en mi vida, no porque haya sido rara o poco fructífera, sino porque la mujer se volvió a casar con otro hombre. Tan poco le importó su relación que decidió quemarla en la pasión de otra.”
El trazo era más marcado en las últimas letras, y él lo notó, terminando por dejar ahí la entrada mientras dejaba escapar un suspiro pesado que demostraba completamente su molestia, no había sido un comienzo malo en algo que a él le hubiese gustado ayudar, pero la constante queja y empuje de las circunstancias lo habían estado llevando a un desenlace que definitivamente lo molestaba. Que estaba generando ese sentimiento de que motivaba a tomar represalias contra ella casi como si fuera una venganza personal... ¿Pero lo era, realmente? Alejó aquellos sentimientos y se frotó los ojos, retirándose a beber por primera vez en mucho tiempo algo de alcohol, deseando que esto le aclarara los pensamientos antes de que se realizara el viaje a Draug.
El viaje fue un suceso curioso, sin inconvenientes mayores, sólo el hecho de que Elae e Imraan en su incapacidad de mantenerse quietos terminaron atrayendo un zombie a las cercanías de donde se encontraba él, sin embargo lo que realmente causó un impacto en la opinión del arcano fueron las palabras posteriores cuando encontraron a Eliana... no sólo se protegió a la mujer que, claramente, las palabras de Elae lo habían puesto en peligro al presentarles como que habían hecho un trato con una criatura que, para sorpresa de probablemente nadie, pertenecía a la no-vida.
La promesa de que alguien podría haberlos llevado a la hoguera se cernía sobre la cabeza de Hans y con el ceño fruncido negó aún pensándolo horas más tarde... no había una sola oportunidad donde dejaría que cayera sobre alguien con el cerebro lavado por la inquisición se hiciera cargo de su vida; y aquello había sido traición para él.
Se la cobraría. Más adelante, algún día.
Se ofreció a entregar el cadáver al templo de Tyr con Elae, realmente le servía tener más contactos que pudiesen dar fe de sus buenas acciones... y siempre estaría agradecido por ellos.
Cita de Rugnus en 11/03/2023, 6:44 pm
“Ojalá pequeña mía pudiera sentir tus caricias,
Pudiera compartir contigo cada momento sin malicias,
Pudiera sentir la vida que no trae pérfidas noticias,
Y en ella vivir en calma sin nocivas argucias.”El mago nethriano tomó la pluma con la que escribía usualmente, mojándola en la tinta mientras dejaba caer sus dedos en las hojas de la correspondiente página para sostenerla, empezando a escribir con su trazo prolijo.
“Uno siempre cree que tendrá la oportunidad de salvar a los niños porque los ve como las criaturas menos dañinas y más inocentes que podrían llegar a encontrarse a lo largo del mundo. Cree que en ellos ve lo que nosotros hemos perdido y que encontrarán lo que nosotros carecemos.”
Hizo una pausa, para recapacitar. pensando en el informe que debía entregar. Lo cierto es que no querría comenzar el informe de esa manera por lo que negó mientras comenzaba por la escritura del mismo, dejando de lado sus opiniones con respecto a la niña... aunque no podía dejar de empatizar con la madre, tan leal a la idea de salvar a Midea. Y ciertamente, haber visto en un final al padre a su lado, sólo le mostró lo posible que era que recuperara a ambas figuras en su vida.
Él sería su mentor, si ella quería, si ella lo deseaba... si sus padres lo permitían. No podría haber encontrado a una persona a que quisiera dejar caminar en una senda libre de ideas cercenadas y censuradas que a ella.“Hasta donde se sabe, los hechos a relatar próximamente acontecieron desde el comienzo del invierno. Una persona misteriosa que, por lo que sabemos, va vestida de forma que parece salvaje y podría llegar a tratarse de una suerte de bruja natural o druida, apareció en las inmediaciones de la casa Bernard en Vestfold. Allí se encontró con un grupo de niños (Mads, Fadel y Bella) que deseaban con fuerza poder hacer algo para arrebatar de las manos del tiempo la vida de su abuela que estaba muriendo.
La persona misteriosa entregó a los niños un tubérculo con capacidades mágicas, llamado por una druida que nos ayudó Raíz del Yggdrassil, y estos a través del antigüo y tan famoso juego de Obida obligaron a una niña a aceptar el regalo de este tubérculo y a entregarles un trozo de su cabello.Hasta donde sabemos, si el regalo hubiera sido rechazado igualmente habría surtido efecto y la niña hubiera empeorado con el paso del tiempo como lo hizo. Cada día la salud de la niña disminuía y la salud de la anciana llamada Vintia aumentaba.
A través de los días en Gadélica varios sacerdotes y otros afines a la familia de la niña, aunque manteniendo secretismo y privacidad por petición de ésta de la misma forma que nosotros lo hacemos, la visitaron intentando resolver la situación y devolverle esa juventud que se le escapaba entre los dedos.Tras esto es donde entramos nosotros, encargados por Thomas de realizar el trabajo. Investigamos a la niña y tras hacer una exhaustiva examinación de la habitación encontramos que dentro del colchón de ella vivía el tubérculo en cuestión. Allí fue donde comenzamos a notar que no podíamos encontrar rastro mágico alguno.
Sin embargo, en un interrogatorio previo a esto con el permiso de la dama, dimos con el hecho de que la canción de Obida había sido cargada con una suerte de encantamiento que forzaba a obedecer... y dimos también con una de las sirvientas, llamada Mirna, muerta en los barrios bajos por obra de algún tipo de ritual nigromántico que no pudimos definir más allá de saber que se trataba de magia antigua.En la investigación del tubérculo, encontramos que este empatizaba forzosamente a todos a su alrededor con sus sentimientos, cual telepatía, que dañaba a la niña si se la alejaba de la misma, que se movía y actuaba como si tuviera vida, y que picoteaba la nuca de la niña para drenar su vida. El tubérculo poseía un mechón de cabello atado cual ritual, que sabemos ahora, pertenecía a la anciana que recibía la juventud de la niña.
Por lo que pudimos deducir el tubérculo forma parte de este conjunto de prácticas mágicas que se denominan antiguas o olvidadas; que en teoría no deberían de funcionar en esta época pero aparentemente lo está haciendo... ya que, además de todo, funciona entre los límites de los divino, natural y arcano.
Tras llegar a Vestfold en busca del culpable y realizar una examinación completa de todo el cultivo junto a la druida, no pudimos dar con nada... pero justo antes de regresar, Alastor por curiosidad jugó con los niños y encontramos la parte de la historia que describimos al principio. Explicamos a los niños los errores de sus actos y parecen comprenderlos, ahora encontrándose al cuidado de la sacerdotisa Elae, mientras que la anciana cuando se enteró de lo que estaba sucediendo decidió suicidarse arrojando el tubérculo al fuego para poder deshacer la maldición.
Al volver a Gadélica nos dedicamos a revisar la salud de la niña y retirar la misma en cuestión, junto a su maceta que tiene una extraña runa, la cual adjuntaré en un dibujo en la próxima página junto al del tubérculo en su estado vivo, que sólo oculta la presencia mágica del tubérculo que hasta entonces creímos que no tenía capacidades mágicas.
Personalmente, tengo motivos para creer que la muerte de la criada Mirna que vivía en los barrios bajos está fuertemente relacionado y que es posible se trate de la misma persona, dado los tipos de magia que utiliza, podemos condecir que se trata de alguien altamente versado y capaz que posiblemente esté registrado en la torre, o incluso quizás, dando su registro como muerto o desaparecido pero aún vagando por el mundo. Es altamente posible que la persona esté vinculada a estudios de trolls, magia antigua, o sea mraganiana.
Por otro lado, tengo motivos para creer que quizás esto fue una prueba o experimento, y que aparecerán más... por lo cual es de vital importancia que este informe llegue a otras sedes del consejo y su conocimiento alcance a la mayor cantidad de personas posibles.
Las muestras han sido entregadas y quedo a su disposición por si algo más se necesitara.Atentamente,
Hans Seuerkaiser.”
Una vez acabado el informe, Hans agregó en una pequeña nota al final, en la versión del mismo que se guardó para él una pequeña frase; dejando que sus ojos se cerraran tras ello y los frotaba con firmeza; recordando todo lo que podría pasar, todo lo que habría de pasar... todo lo que a él le costaría.
“Si yo fuera el padre de Midea, no la habría abandonado ni a ella ni a su madre. Si yo hubiese tenido la capacidad, me habría encargado de esto. Necesitamos que se divulgue y se vuelva público, aún y si nos cazan, puesto que esto aún no acaba.”
Cerró el libro, con firmeza. No quería recordar ese momento. No quería seguir escribiendo.
“Ojalá pequeña mía pudiera sentir tus caricias,
Pudiera compartir contigo cada momento sin malicias,
Pudiera sentir la vida que no trae pérfidas noticias,
Y en ella vivir en calma sin nocivas argucias.”
El mago nethriano tomó la pluma con la que escribía usualmente, mojándola en la tinta mientras dejaba caer sus dedos en las hojas de la correspondiente página para sostenerla, empezando a escribir con su trazo prolijo.
“Uno siempre cree que tendrá la oportunidad de salvar a los niños porque los ve como las criaturas menos dañinas y más inocentes que podrían llegar a encontrarse a lo largo del mundo. Cree que en ellos ve lo que nosotros hemos perdido y que encontrarán lo que nosotros carecemos.”
Hizo una pausa, para recapacitar. pensando en el informe que debía entregar. Lo cierto es que no querría comenzar el informe de esa manera por lo que negó mientras comenzaba por la escritura del mismo, dejando de lado sus opiniones con respecto a la niña... aunque no podía dejar de empatizar con la madre, tan leal a la idea de salvar a Midea. Y ciertamente, haber visto en un final al padre a su lado, sólo le mostró lo posible que era que recuperara a ambas figuras en su vida.
Él sería su mentor, si ella quería, si ella lo deseaba... si sus padres lo permitían. No podría haber encontrado a una persona a que quisiera dejar caminar en una senda libre de ideas cercenadas y censuradas que a ella.
“Hasta donde se sabe, los hechos a relatar próximamente acontecieron desde el comienzo del invierno. Una persona misteriosa que, por lo que sabemos, va vestida de forma que parece salvaje y podría llegar a tratarse de una suerte de bruja natural o druida, apareció en las inmediaciones de la casa Bernard en Vestfold. Allí se encontró con un grupo de niños (Mads, Fadel y Bella) que deseaban con fuerza poder hacer algo para arrebatar de las manos del tiempo la vida de su abuela que estaba muriendo.
La persona misteriosa entregó a los niños un tubérculo con capacidades mágicas, llamado por una druida que nos ayudó Raíz del Yggdrassil, y estos a través del antigüo y tan famoso juego de Obida obligaron a una niña a aceptar el regalo de este tubérculo y a entregarles un trozo de su cabello.
Hasta donde sabemos, si el regalo hubiera sido rechazado igualmente habría surtido efecto y la niña hubiera empeorado con el paso del tiempo como lo hizo. Cada día la salud de la niña disminuía y la salud de la anciana llamada Vintia aumentaba.
A través de los días en Gadélica varios sacerdotes y otros afines a la familia de la niña, aunque manteniendo secretismo y privacidad por petición de ésta de la misma forma que nosotros lo hacemos, la visitaron intentando resolver la situación y devolverle esa juventud que se le escapaba entre los dedos.
Tras esto es donde entramos nosotros, encargados por Thomas de realizar el trabajo. Investigamos a la niña y tras hacer una exhaustiva examinación de la habitación encontramos que dentro del colchón de ella vivía el tubérculo en cuestión. Allí fue donde comenzamos a notar que no podíamos encontrar rastro mágico alguno.
Sin embargo, en un interrogatorio previo a esto con el permiso de la dama, dimos con el hecho de que la canción de Obida había sido cargada con una suerte de encantamiento que forzaba a obedecer... y dimos también con una de las sirvientas, llamada Mirna, muerta en los barrios bajos por obra de algún tipo de ritual nigromántico que no pudimos definir más allá de saber que se trataba de magia antigua.
En la investigación del tubérculo, encontramos que este empatizaba forzosamente a todos a su alrededor con sus sentimientos, cual telepatía, que dañaba a la niña si se la alejaba de la misma, que se movía y actuaba como si tuviera vida, y que picoteaba la nuca de la niña para drenar su vida. El tubérculo poseía un mechón de cabello atado cual ritual, que sabemos ahora, pertenecía a la anciana que recibía la juventud de la niña.
Por lo que pudimos deducir el tubérculo forma parte de este conjunto de prácticas mágicas que se denominan antiguas o olvidadas; que en teoría no deberían de funcionar en esta época pero aparentemente lo está haciendo... ya que, además de todo, funciona entre los límites de los divino, natural y arcano.
Tras llegar a Vestfold en busca del culpable y realizar una examinación completa de todo el cultivo junto a la druida, no pudimos dar con nada... pero justo antes de regresar, Alastor por curiosidad jugó con los niños y encontramos la parte de la historia que describimos al principio. Explicamos a los niños los errores de sus actos y parecen comprenderlos, ahora encontrándose al cuidado de la sacerdotisa Elae, mientras que la anciana cuando se enteró de lo que estaba sucediendo decidió suicidarse arrojando el tubérculo al fuego para poder deshacer la maldición.
Al volver a Gadélica nos dedicamos a revisar la salud de la niña y retirar la misma en cuestión, junto a su maceta que tiene una extraña runa, la cual adjuntaré en un dibujo en la próxima página junto al del tubérculo en su estado vivo, que sólo oculta la presencia mágica del tubérculo que hasta entonces creímos que no tenía capacidades mágicas.
Personalmente, tengo motivos para creer que la muerte de la criada Mirna que vivía en los barrios bajos está fuertemente relacionado y que es posible se trate de la misma persona, dado los tipos de magia que utiliza, podemos condecir que se trata de alguien altamente versado y capaz que posiblemente esté registrado en la torre, o incluso quizás, dando su registro como muerto o desaparecido pero aún vagando por el mundo. Es altamente posible que la persona esté vinculada a estudios de trolls, magia antigua, o sea mraganiana.
Por otro lado, tengo motivos para creer que quizás esto fue una prueba o experimento, y que aparecerán más... por lo cual es de vital importancia que este informe llegue a otras sedes del consejo y su conocimiento alcance a la mayor cantidad de personas posibles.
Las muestras han sido entregadas y quedo a su disposición por si algo más se necesitara.
Atentamente,
Hans Seuerkaiser.”
Una vez acabado el informe, Hans agregó en una pequeña nota al final, en la versión del mismo que se guardó para él una pequeña frase; dejando que sus ojos se cerraran tras ello y los frotaba con firmeza; recordando todo lo que podría pasar, todo lo que habría de pasar... todo lo que a él le costaría.
“Si yo fuera el padre de Midea, no la habría abandonado ni a ella ni a su madre. Si yo hubiese tenido la capacidad, me habría encargado de esto. Necesitamos que se divulgue y se vuelva público, aún y si nos cazan, puesto que esto aún no acaba.”
Cerró el libro, con firmeza. No quería recordar ese momento. No quería seguir escribiendo.