Tálon Tejón Rabioso - "El origen de la Bestia (de 1mt)"
Cita de Oldman Logan en 19/11/2022, 11:59 pm
La historia de Tálon, podría ser la misma que la de cualquier otro habitante de la comarca, y así fue, al menos al inicio. Todo comenzó cuando tenía apenas 5 años, su padre Calus Pie Calvo, con la venia de su Sra. esposa, Lira Espiga Dorada, había tomado la decisión de asentarse en las afueras de la ciudad, dejar su trabajo de tabernero y dedicarse de lleno a la vida de campo, ya estaba algo cansado de las peleas, de los borrachos, más aun, estaba bastante aburrido y sabía con seguridad que entre los dos podrían con una granja, y que sería bueno que el pequeño Tálon creciera sin las influencias de los borrachos de la taberna. Estaba tan decidido que ya había comprado 2 vacas y un toro, 4 cerdos y 10 gallinas, y tenía una cantidad variada de semillas de todos los tipos, había elegido un llano a unos cuantos km en las afueras de Monteverde, al pie de una colina, con un arroyito a los pies y mucha pastura. Estaba alejado también del camino, aunque no tanto por si debían volver en algún momento.
Las cosas funcionaron como lo esperaba, y en poco tiempo era todo un granjero, tenía un vasto ganado y sus cultivos se perdían a la vista. El pequeño Tálon, jugaba varias horas al día, volvía locos a los cerdos y cabalgaba sobre las vacas, pero también aprendía las labores del campesino.
Pasaron unos cuantos años, Calus iba una vez por semana a la aldea a vender huevos, queso, leche y frutos y verduras de todas las variedades, era el día preferido de Tálon, porque ya estaba pasado de aburrimiento, decía que si seguía en esa granja se convertiría en otro espantapájaros. Por eso la ida a la ciudad era su escape, mientras su padre hacia negocios, el la recorría y veía pasar gente de todo tipo, no solo los propios monteverdinos, sino que también a aquellos soldados y aventureros que se dirigían a Gadelica, la ciudad humana más cercana a la comarca.Así pasaron los años, ya para cuando era un joven muchachito, se escapaba de sus deberes y se iba a la comarca, se paseaba por la taberna, en la que antes trabajaba su padre, y se sentaba a escuchar las historias que se contaban en el ambiente, ya sabía de la gran metrópolis cercana, como todos nadaban en oro y tenían un montón de cosas bonitas, o al menos eso creía, de la ciudadela de los enanos en el interior de la montaña, por lo que dicen, llena de tesoros y excelentes artesanías hechas por los habilidosos enanos. O las historias de los guerreros más fieros de todo el continente, los que Vivian en el invierno constante, donde todo era duro, hasta sus habitantes! Quería conocer incluso el desierto del que decían que era tan caluroso que te podías reflejar en la arena, y que la ciudad, como no, llena de joyas y cosas bonitas, en contraste, podía ser más peligrosa que el propio desierto. Todo eso le hacía una gran ilusión, él quería ver de primera mano todo ese mundo, es más, quería saber que fue de los elfos de las historias y de los que tan pocos se ve hoy en día. Si, el descubriría eso, se llenaría de fama y sería un fiero aventurero.
Pero, ¿cómo ser un aventurero? no lo sabía pero lo averiguaría, supuso que tendría que realizar entrenamientos de fuerza, agilidad y debía conseguir aprender a manejar una espada. Decidió que debería unirse al ejercito de los medianos que mantienen a raya a los no medianos, si alguien sabe cómo manejar una espada, o un hacha, o un lo que sea, serian ellos. Así que cuando cumplió sus 15 años, se les unió, al principio como mozo, igual que los otros muchachos de esa edad, si los hubiese, y ya al poco tiempo como aprendiz, fueron solo 5 años, pero parecieron una eternidad, demasiado formales para ser medianos, y si, otra vez estaba aburrido, aunque consideraba que ahora que era un hombre grande, y que sabía cómo manejar una espada, y un hacha, y... lo que sea, bueno, más o menos.
Era hora de enfrentar el mundo, de emprender el viaje y hacerse su nombre y fama de aventurero, encontrar tesoros, salvar damiselas, escarmentar un orco, en fin, todas esas cosas que hacen los aventureros, así que se despidió de sus padres, los cuales entendieron sin problemas puesto que todo mediano tiene derecho a su buena dosis de aventuras, y que todo joven debe encontrar su camino.Así que partió, con rumbo a Gadelica, la primer ciudad que visitaría fuera de la comarca, probablemente le dijeron más de una vez que el camino estaba cortado, si no escucho, o lo olvido, no se sabe.
La historia de Tálon, podría ser la misma que la de cualquier otro habitante de la comarca, y así fue, al menos al inicio. Todo comenzó cuando tenía apenas 5 años, su padre Calus Pie Calvo, con la venia de su Sra. esposa, Lira Espiga Dorada, había tomado la decisión de asentarse en las afueras de la ciudad, dejar su trabajo de tabernero y dedicarse de lleno a la vida de campo, ya estaba algo cansado de las peleas, de los borrachos, más aun, estaba bastante aburrido y sabía con seguridad que entre los dos podrían con una granja, y que sería bueno que el pequeño Tálon creciera sin las influencias de los borrachos de la taberna. Estaba tan decidido que ya había comprado 2 vacas y un toro, 4 cerdos y 10 gallinas, y tenía una cantidad variada de semillas de todos los tipos, había elegido un llano a unos cuantos km en las afueras de Monteverde, al pie de una colina, con un arroyito a los pies y mucha pastura. Estaba alejado también del camino, aunque no tanto por si debían volver en algún momento.
Las cosas funcionaron como lo esperaba, y en poco tiempo era todo un granjero, tenía un vasto ganado y sus cultivos se perdían a la vista. El pequeño Tálon, jugaba varias horas al día, volvía locos a los cerdos y cabalgaba sobre las vacas, pero también aprendía las labores del campesino.
Pasaron unos cuantos años, Calus iba una vez por semana a la aldea a vender huevos, queso, leche y frutos y verduras de todas las variedades, era el día preferido de Tálon, porque ya estaba pasado de aburrimiento, decía que si seguía en esa granja se convertiría en otro espantapájaros. Por eso la ida a la ciudad era su escape, mientras su padre hacia negocios, el la recorría y veía pasar gente de todo tipo, no solo los propios monteverdinos, sino que también a aquellos soldados y aventureros que se dirigían a Gadelica, la ciudad humana más cercana a la comarca.
Así pasaron los años, ya para cuando era un joven muchachito, se escapaba de sus deberes y se iba a la comarca, se paseaba por la taberna, en la que antes trabajaba su padre, y se sentaba a escuchar las historias que se contaban en el ambiente, ya sabía de la gran metrópolis cercana, como todos nadaban en oro y tenían un montón de cosas bonitas, o al menos eso creía, de la ciudadela de los enanos en el interior de la montaña, por lo que dicen, llena de tesoros y excelentes artesanías hechas por los habilidosos enanos. O las historias de los guerreros más fieros de todo el continente, los que Vivian en el invierno constante, donde todo era duro, hasta sus habitantes! Quería conocer incluso el desierto del que decían que era tan caluroso que te podías reflejar en la arena, y que la ciudad, como no, llena de joyas y cosas bonitas, en contraste, podía ser más peligrosa que el propio desierto. Todo eso le hacía una gran ilusión, él quería ver de primera mano todo ese mundo, es más, quería saber que fue de los elfos de las historias y de los que tan pocos se ve hoy en día. Si, el descubriría eso, se llenaría de fama y sería un fiero aventurero.
Pero, ¿cómo ser un aventurero? no lo sabía pero lo averiguaría, supuso que tendría que realizar entrenamientos de fuerza, agilidad y debía conseguir aprender a manejar una espada. Decidió que debería unirse al ejercito de los medianos que mantienen a raya a los no medianos, si alguien sabe cómo manejar una espada, o un hacha, o un lo que sea, serian ellos. Así que cuando cumplió sus 15 años, se les unió, al principio como mozo, igual que los otros muchachos de esa edad, si los hubiese, y ya al poco tiempo como aprendiz, fueron solo 5 años, pero parecieron una eternidad, demasiado formales para ser medianos, y si, otra vez estaba aburrido, aunque consideraba que ahora que era un hombre grande, y que sabía cómo manejar una espada, y un hacha, y... lo que sea, bueno, más o menos.
Era hora de enfrentar el mundo, de emprender el viaje y hacerse su nombre y fama de aventurero, encontrar tesoros, salvar damiselas, escarmentar un orco, en fin, todas esas cosas que hacen los aventureros, así que se despidió de sus padres, los cuales entendieron sin problemas puesto que todo mediano tiene derecho a su buena dosis de aventuras, y que todo joven debe encontrar su camino.
Así que partió, con rumbo a Gadelica, la primer ciudad que visitaría fuera de la comarca, probablemente le dijeron más de una vez que el camino estaba cortado, si no escucho, o lo olvido, no se sabe.